La conquista de Méjico y Perú por parte de España durante el siglo XVI abrió nuevos horizontes a los colonos que llevaban ya un tiempo establecidos en las Antillas y demás islas caribeñas, donde habían surgido grandes haciendas ganaderas. Este fenómeno migratorio afectó especialmente a la isla de La Española donde, abandonadas por sus dueños, las reses se esparcieron por la isla, volviendo al estado salvaje y reproduciéndose con gran rapidez. Fue esta abundancia de animales salvajes la que atrajo a la isla a los primeros franceses e ingleses. Eran hombres rudos de distinto origen: vencidos de las guerras religiosas, que tuvieron que abandonar su patria, marineros desertores, presos fugados de las colonias penales, chusma de las ciudades europeas que venia a buscar fortuna o simplemente un trozo de pan que echarse a la boca, gentes, en suma, de todo tipo, dispuestos a enfrentarse con una vida dura y primitiva con tal de conservar la libertad. Llevaban camisa y pantalones que empapaban en la sangre de los animales muertos, un gorro redondo, calzado de piel de cerdo y un cinturón de piel sin curtir, en el que ponían sus cuchillos. Su arma de fuego era un mosquete pesado que disparaba balas de dos onzas. "Su comida preferida -cuenta un historiador- era el meollo crudo de los huesos de las bestias cazadas: su mesa consistía en una piedra, su almohada en un tronco de árbol, y su tejado en el cielo cálido y estrellado de las Antillas." Se dedicaban exclusivamente a la caza de los animales libres, especialmente la del cerdo salvaje, cuya carne curada vendían a los barcos que pasaban. Los sitios en los que efectuaban el secado y la salazón de la carne se llamaban, en lenguaje local,
boucan, del que derivó más tarde el nombre de "bucaneros". Se trataba pues de una actividad completamente inofensiva para los españoles. Pero éstos, celosos de su soberanía, expulsaron a los cazadores de la isla. Los bucaneros que consiguieron sobrevivir, se refugiaron en la vecina isla de la Tortuga, situada a pocas leguas al noroeste de La Española. La estructura rocosa de esta isla, y la conformación especial de sus costas, ofrecían un buen refugio a los bucaneros, quienes se instalaron en ella y fundaron una especie de república. Esta fue la base de la Confraternidad, o "Hermandad de la Costa", que tantos quebraderos de cabeza acarrearía a los buques mercantes españoles.
CONTINUARÁ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
este es tu escupidero, escupe aqui todo lo que llevas dentro, grumete...